LA MAMA CHANA


Mama Chana vivía en la casa esquinera de color crema y ladrillo de la calle principal de La Concha. Era la hija mayor de la Mama Chica. Estaba casada con Don José María López y tenía varios hijos: José María, Orlando, Delia, Nelly y Ángela.

La casa es enorme. Ocupa casi una manzana de extensión. Siempre que llegábamos de visita nos daban pan dulce y café servido en tacitas con bordes dorados y florcitas azules y rosadas y las tías nos orientaban y cuidaban que lo tomáramos en pequeños sorbos para educarnos en el arte de comer y beber bien como señoritas que íbamos a ser. Este café nos lo servían en el comedor del corredor.

También íbamos a la cocina que estaba en el ala derecha de la casa, vista desde adentro. Para ir a la cocina caminábamos como una media cuadra sobre un corredorcito de asfalto y piedras que estaba circundado por jardines de rosas de todos los colores y plantas de todo tipo. Begonias, corazones, calas blancas, coludos o helechos, los que se encontraban sembrados en maceteras de todo tamaño.

La Mama Chana era bajita y siempre estaba atenta a darnos consejos para bien vivir. Nos preguntaba sobre nuestros estudios y nos decía que ese era nuestro futuro.

Amaba a sus hijos y los quería cerca. En la familia, la mama Chana era la segunda al mando. Abogaba ante nuestras abuelas y papás cuando había castigo por mal comportamiento.

Cuando en las noches llegábamos a visitar a la mama Chica, ella abría las puertas de la esquina para que nos sentáramos en el suelo a oír los cuentos.

Era una mujer con conocimientos de Economía. Adusta pero con gran sentido de humor. Visitaba la iglesia y promovía los principios cristianos.

Manejaba la información de toda la familia al dedillo como parte de su autoridad. Siempre había un consejo, una sonrisa y comida en su casa.